Varios hechos van mostrando qué le espera a Guatemala si Otto Pérez Molina llega a ocupar la presidencia de la República. Vale la pena sintetizarlos para su consideración, sobre todo para quienes convocan a realizar un análisis inteligente para elegir o a votar de manera consciente.
El otrora general promete pagar a los expatrulleros. Esta medida, al considerar válida la indemnización para personas que sirvieron al Ejército voluntaria u obligadamente, tiene un mensaje de grandes dimensiones, ya que refuerza en el imaginario la validez de una de las acciones contrainsurgentes que tantas violaciones al derecho a la vida causó en Guatemala durante la guerra. Y que están plenamente comprobadas gracias a varias investigaciones que se están dando a conocer. Este ofrecimiento de campaña ya lo han hecho otros candidatos con tal de obtener votos, aunque no cumplieron su promesa. Igual Pérez puede dar su palabra y no pagar cuando sea presidente. Lo que interesa resaltar en este espacio es que avalar la figura de las PAC tiene un carácter simbólico de imposición, control, miedo, terror, represión, falta de libertad: en síntesis mano dura.
El candidato anaranjado además anuncia, casi seguro de su triunfo, que aumentará de manera significativa los presupuestos para el Ejército y la Policía como medidas para garantizar la seguridad. Tal posición, similar a la del presidente de México, Felipe Calderón, ha demostrado su ineficacia para acabar con el tráfico de personas, de drogas y de armas; además se ha descubierto cómo las mafias han invadido las instituciones públicas y se ha convertido en un mecanismo de represión a movimientos sociales. Qué tan cierto puede ser que la sociedad guatemalteca viva segura y tranquila, si cuenta con un Ejército numeroso y bien equipado, con fuerzas de tarea militarizadas y policía especializadas, como lo anuncia Pérez. Eso significa una copia de la guerra de Calderón, que es la misma de Estados Unidos, donde residen quienes están haciendo jugosas ganancias con la venta y trasiego de armamento de todo tipo. La realidad en México es clara, la inseguridad va en aumento, la violencia afecta a la ciudadanía, el terror se ha instalado.
La actuación de uno de los guardaespaldas de la familia Pérez muestra indicadores de una prepotencia inaudita, ya que están dispuestos a utilizar sus armas, incluso sin amenaza de seguridad alguna. Quien se atreve a disparar a un policía sin arma muestra el tipo de entrenamiento que reciben, ajeno a la convivencia social, a la seguridad democrática y al respeto incluso de normas referidas a un lugar donde estacionarse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario