El Nueva York librepensante y multicultural que hoy conocemos nació en el siglo XVII en la entonces colonia holandesa de Nueva Amsterdam, ha dicho hoy en Barcelona el periodista e historiador Russell Shorto, que acaba de publicar en España su ensayo Manhattan.
Shorto no oculta cierta obsesión por el siglo XVII: "En aquel siglo se difunde desde la República Holandesa la idea de tolerancia y multiculturalidad", que trata en su libro Manhattan. La historia secreta de Nueva York, y "también fue el comienzo de la modernidad y la vida secular", que abordó en su anterior ensayo, Los huesos de Descartes, ambos publicados por Duomo.
En la actualidad, Shorto, que vive en Amsterdam, prepara un libro sobre esta ciudad holandesa, que está en el origen de esas ideas.
"Creo que muchas fuerzas que están en nuestras vidas se iniciaron en esa época, y lamentablemente ideas como la tolerancia y la convivencia de culturas se están olvidando", ha dicho.
El subtítulo del libro, la historia secreta, alude a que los archivos holandeses, conservados en el Archivo del Estado de Nueva York, en Albany, no fueron traducidos hasta hace muy poco por el erudito Charles Gehring.
Se trata de 12.000 legajos, con documentación judicial o política del gobierno local, que describen con bastante detalle aquella sociedad.
Una de las personas que aparece muy a menudo en los documentos es una prostituta que incluso medía a sus clientes con el palo de una escoba y aporta muchos detalles bastante íntimos, revela Shorto.
Para el autor, en los tres años que estuvo trabajando en el ensayo, "lo más sorprendente fue -ha dicho- que en Manhattan nadie conoce una historia que está debajo de tus pies, y pocos saben que Nueva York comenzó con los holandeses y se llamaba Nueva Amsterdam".
Con su libro, Shorto pretende combatir la tendencia de los estadounidenses a mirar su propia historia a partir de la llegada de los ingleses.
Cuando los holandeses fundan Nueva Holanda, una colonia que se extendía a lo largo de unos 200 kilómetros entre la entonces Nueva Amsterdam y Albany, "exportaron dos ideas fundamentales: la sociedad multicultural y el comercio libre, que están en la fundación de Manhattan", ha asegurado.
Curiosamente, cuando los ingleses lograron el control de la colonia, se dieron cuenta de que funcionaba razonablemente bien, y por eso "mantuvieron el mismo sistema mercantil y la sociedad multicultural".
En ese momento, "mientras Boston era genuinamente inglesa, Nueva York, en cambio, estaba llena de holandeses, polacos, suecos, judíos, italianos, bávaros y españoles, y así se mantuvo".
De ese pasado holandés, recuerda Shorto, aún quedan muchas comunidades en la zona de Albany que recuerdan su origen holandés e incluso hay gente que habla en casa un holandés arcaico, y "físicamente, se puede decir que el entramado de calles de Nueva Amsterdam coincide prácticamente con las calles del distrito financiero de Manhattan".
Técnicamente, asegura el historiador norteamericano, "la colonia holandesa se fundó como base para atacar al Imperio Español, y de hecho, los primeros esclavos llegaron con los barcos españoles que eran capturados en el Caribe".
Veinticuatro dólares es el precio que, según la leyenda, pagaron los colonos holandeses en 1626 a los nativos americanos a cambio de Manhattan, pero, según Shorto, la transacción fue mucho más compleja, pues "los nativos, que eran superiores en número frente a los 10.000 colonos, tenían un concepto diferente del significado de venta de tierras, pues lo concebían más como un tratado de mutua alianza".
Este peculiar acuerdo se hizo en la práctica cada vez más difícil, como constatan numerosos documentos de la época en los que los holandeses se quejan de que los indios vuelven periódicamente a sus tierras.
Admite el autor que tuvo la tentación de escribir un libro de ficción, pero "habría sido una pena desperdiciar detalles reales".
Reivindica Shorto la figura de Peter Stuyvesant, el último director general holandés de la colonia de Nuevos Países Bajos.
Se trata de un personaje, ha dicho, "habitualmente reducido a casi una caricatura, pero en realidad con una personalidad muy compleja, que vivió una situación histórica difícil, en constante disputa con los directores de la colonia en Amsterdam para conseguir que reforzaran la colonia; contra sus propios súbditos, que no lo querían por mal político; y en constante lucha contra indios, suecos e ingleses".
Tras un intento fallido de llevar el libro al cine, Shorto ha cedido los derechos a otra productora que podría convertir su ensayo en "una especie de precuela de Gangs of New York".
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