domingo, 26 de junio de 2011

Diego Pulido Aragon: Gerente de Banco Industrial

La conversación versó sobre la visión del Director Corporativo y Gerente General de Banco Industrial, sobre la situación actual de la economía del país.

Guatemala, abril de 2009.- El licenciado Diego Pulido Aragón, Gerente General y Director Corporativo de Corporación BI, se reunió con la señora Sonia Álvarez, Ministra Consejera de la Embajada de España, y el señor Consejero Económico y Comercial de la Oficina Comercial de la Embajada de España acreditada en la nación y algunos socios de la Cámara Oficial Española de Comercio de Guatemala, para conversar sobre su visión de la situación económica del país.

pulido_I.JPGEl Licenciado Pulido hizo un análisis de la crisis económica que se está sufriendo a nivel mundial. En el caso nacional, opinó que Guatemala como país tiene características importantes, como por ejemplo, una tradición macroeconómica sana, con reservas cercanas a los US$ 5 mil millones, además de ser uno de los países con menor deuda externa de América Latina. “Es importante que los gobiernos mantenga niveles bajos de deuda externa y que inviertan en infraestructura como puertos, aeropuertos y carreteras, pues ello no sólo genera empleo, sino también contrarresta la crisis y mejora la competitividad de una nación. Ello porque los gobiernos son de los pocos sectores que tienen la oportunidad de generar empleo de forma rápida”, manifestó.

El licenciado Pulido indicó que toda época de crisis trae grandes oportunidades y si uno se prepara anticipadamente, es menos complicado afrontarla. Por supuesto, señaló que significa trabajar más, reducir costos, buscar ser más eficiente, productivo y competitivo.

Para concluir, el Licenciado Diego Pulido sugirió a los asistentes, trabajar en lo que son buenos. Hacer aquello para lo que son los mejores y para lo que tienen experiencia y preparación. “Hacer lo contrario hoy por hoy puede salir muy caro”, puntualizó.

martes, 21 de junio de 2011

Muy Bella Puerto Rico

Una monja camina por la calles del viejo San Juan y, en la última, un hombre en una de las calles de la zona colonial Mirando a otra dimensión, en la cima de Arecibo, está el Café del Final del Universo. Es el observatorio radiotelescópico más grande del mundo. Creado en 1963 para ver más allá de las galaxias, apareció en una película de James Bond. Ha quedado obsoleto, pero es una de las obras más colosales de la ingeniería humana. Entre el silencio de las estrellas, busca el secreto de esas noches de embrujo en San Juan de Puerto Rico.

Bajo la advocación de San Juan Bautista, es la segunda ciudad más antigua del Nuevo Mundo. El viejo San Juan tiene 325 edificios y ninguno del mismo estilo: gótico, morisco, renacentista, neoclásico, salmantino, isabelino… Sus calles adoquinadas están pulidas y llenas de flores. Sus casas ocres son preciosas. Fue la tierra del gran señor indígena, y los sanjuaneros, orgullosos de sus casas, las abren para que se vean. Adoran a la primera mujer que fue alcaldesa de una capital americana, la gran creadora de servicios sociales, la que “trajo nieve en aviones para que los niños sanjuaneros supiesen qué es tocar la nieve”.

El fuerte de San Cristóbal lo preside todo. Es del siglo XVII y el más grande elevado por los españoles en América. Fue el primero triangular y eso lo hizo siempre inexpugnable a los ataques de franceses, ingleses, holandeses y de piratas como el mismísimo Drake. En lo alto del torreón, tres banderas: la de la Cruz de San Andrés, que es igual que la de los requetés españoles; la de Estados Unidos, y la de Puerto Rico, igual que la de Cuba pero con los colores invertidos. Con su Capitolio de mármol italiano y un 85% de votantes en las elecciones, Puerto Rico es el país con más participación política del mundo.

El barrio del Viejo San Juan es la más pura España caribeña. Lleno de rótulos con nombres y apellidos andaluces, catalanes, canarios, gallegos, castellanos… De militares, frailes, colonos, emigrantes, comerciantes y de reinas y reyes españoles. En su linda plaza de Colón, se tirotearon Silvester Stallone y Antonio Banderas. Más recoleta es la del Museo de Pau Casals, uno de sus vecinos más universales. En sus callejuelas se mezclan artesanos, poetas, artistas, anticuarios, tiendas de marcas de lujo, almacenes populares y muchos estudiantes, turistas y policías de película. Allí, dos locales se disputan la invención de la piña colada.
Un policía en el centro de San Juan, en medio del espectacular despliegue de fuerzas de seguridad que se produjo justo al día siguiente de que se conociera la muerte de Bin Laden La ciudad contemporánea es otra cosa. Portuaria y con un urbanismo que evoca algo de Manhattan y mucho de Las Vegas. Hoteles majestuosos con gastronomía internacional y puertorriqueña, rascacielos de multinacionales y mucho casino. Abierta y viva día y noche. Esencia norteamericana con calma caribeña, es el núcleo duro de las finanzas y los negocios de la zona más estable del Caribe, a pesar de sus huracanes y ese viento cálido que le llega del Sáhara. Un país capaz de inventar también el helado de cebolla y el de arroz y un plato típico como el mofongo es capaz de combinar cualquier cosa.

Como su potente industria de biotecnología con la factoría del ron Bacardí, que abastece a América con su murciélago como emblema. Por eso Ponce es su segunda ciudad y muy distinta, señorial, con altos y orgullosos balcones y más de veinte museos. En Ponce nace la ruta de los cafetales y es la base de la economía de la caña de azúcar. Allí llegaron la máquina de vapor, el ferrocarril y la industria del ron. Fue en la hacienda Merceditas, de la familia Serrallés, venida de Barcelona, que creó el ron Don Q, le puso la triste figura de El Quijote y es otro icono del país. Los partidarios del murciélago y los del ingenioso hidalgo sólo coinciden en que el ron blanco y el oro deben envejecer en madera de roble. Pero el árbol de identidad y oficial de Puerto Rico es la ceiba, “con su madera los indios hacíamos canoas…”.

La playa del resort Villa Montaña, en Isabela
La otra cara del Caribe de playas de postal es Bahía Salinas, donde las explotaciones de sal lo pintan todo de blanco pero arrasan los bosques tropicales y los esqueletos de árboles son como fantasmas en el desierto. Su gente anda preocupada porque “los agujeros en la capa de ozono secan los ríos y amenazan los arrecifes y su belleza”. Es una zona seca y árida que rompe todos los tópicos del trópico. Igual que Cabo Rojo, con acantilados espléndidos y abismos inquietantes. La capital de ese oeste emergente es Mayagüe, tercera ciudad del país. Tiene barrios de nombres tan españoles como Algarrobo, Limón o Naranjales. Y dos de sus distritos electorales más surrealistas son la Isla del Mono y los Islotes de Monito, “aunque ya no vive nadie”. Sus productos típicos son los brazos de gitano, la sangría, la cerveza y el pitorro, un aguardiente que cada cual se hace en su casa a su manera y que fermentan bajo tierra.

Con unos cinco millones de habitantes y más de un millón de puertorriqueños residentes en Nueva York, se nota que Puerto Rico es un estado libre y a qué vecino está asociado. Hace honor a su nombre de Isla del Encanto, y sus ciudadanos ejercen de encantadores. Ahora, quieren que los españoles conozcan el que fue su otro Caribe por algo más que aquel trabalenguas de un moro, un loro, un mico y un señor de Puerto Rico.

Puerto Rico

19/06/2011
El otro Caribe
Texto de Joaquim Roglan
Fotos de Xavier Gómez
“Isla del Encanto”, se lee en las matrículas de los vehículos de Puerto Rico, Estado Libre Asociado de Estados Unidos. Es el archipiélago tropical que descubrió Colón al nordeste del Caribe. Es la menor de las Antillas Mayores y la más cercana a las costas de Florida. España la dejó perdida y olvidada entre Cuba y Filipinas, y es la gran desconocida de españoles y europeos, que lucharon por una isla que ahora suelen confundir con Costa Rica. Pero Puerto Rico es otro Caribe, otra América y se ha propuesto que el turismo la redescubra Dos hombre conversan a media tarde en actitud relajada en el municipio de Mayagüez
Lo primero que cuentan los puertorriqueños a los forasteros es que en sus islas no hay cielos grises, “todos son azules”, y que tienen playas de siete colores: “Coralinas, volcánicas, blancas, azules, rosadas…”. Lo segundo, que “no somos estadounidenses, ni caribeños, ni hispanos, sino latinoamericanos”. Y tercero, que “somos una mezcla de indios, blancos y negros”. Los indios estaban allí 3.000 años antes de Cristo, hasta que llegaron Colón y el primer negro, que era su traductor.

Los indios taínos llamaban a su isla Borikén, que significa “Tierra de Nuestro Señor Altísimo y Bravo”. Ellos inventaron la palabra barbacoa y tal modo de asar la carne. Los puertorriqueños son gente familiar y festiva. “Tenemos 78 municipios, cada uno con su fiesta local, veinte fiestas nacionales, los carnavales, los Santos Inocentes y los fines de semana, así que casi cada día hay fiesta en algún lugar”. Por eso en Puerto Rico siempre suena alguna música: “Salsa, merengue reggaeton, bolero… Y otras indias y africanas como la bomba, la plena, la jíbara, la trova, los seises y los aguinaldos”, recitan.

De natural parlanchín, los puertorriqueños hablan en su castellano particular, su inglés comercial y su spanglish peculiar, además de con las manos y con su movimiento corporal. Tienen tanta tendencia a comerse las sílabas, que hasta la Real Academia Española ha aceptado que digan y escriban palpueblo en lugar de para el pueblo. Y como también se comen erres, nunca dicen mi amor, sino mi amol. A diferencia de otros países caribeños, presumen de su sistema de ayudas sociales, de que nadie se queda sin comer y de que se invitan y se fían unos a otros, según les va el negocio. “La economía no nos ha chupado el alma. Tenemos más vacas que habitantes, la vida es corta y hay que vivirla”, aconsejan.

Puerto Rico es un enclave estratégico y privilegiado del Caribe. Sin las tragedias y la pobreza de Haití, sin las penurias de Cuba y más próspero que República Dominicana. Cerca de Miami, es la conexión comercial aérea y marítima entre Estados Unidos y Latinoamérica. Pero los atentados del 11-S y el miedo a volar hirieron su negocio aéreo y le restaron turismo estadounidense y canadiense. Como otros países de la zona, llenaron sus islas de hoteles, complejos turísticos y campos de golf entre playas y palmeras, que ahora ofrecen a españoles y europeos con más dinero que los que van al Caribe con pulsera en la muñeca y barra libre.

“Nosotros ofrecemos libertad, viajes, deportes, naturaleza y no encierros en un hotel”, prometen con la tranquilidad que les otorga tener hoteles, paradores y mesones para diversos bolsillos. Además, sus mayores fuentes de riqueza son las nuevas tecnologías estadounidenses que ellos fabrican y exportan a Latinoamérica. Y su potente industria farmacéutica, que elabora y vende la célebre Viagra, cosa que les satisface muy especialmente.
Las islas de la parte atlántica, donde se encuentra una de las espectaculares lagunas bioluminiscentes de Puerto Rico Quizá por todo ello, el puertorriqueño es el ser humano que reparte más tarjetas de visita, después de los japoneses. Con un paro oficial del 17%, quien no tiene faena se la busca. Como el veterano conductor de tanques en Libia que ahora guía a turistas por autopistas como las de Los Ángeles y por carreteras salvajes que suben a parques naturales. El más famoso es El Yunque, tierra india sagrada donde nacen cinco ríos, primera reserva forestal de España cuando reinaba Alfonso XII, único espacio tropical de Estados Unidos y reserva de la biosfera. Es una maravilla de verdes infinitos y un mito nacional.

En esa ruta, la herencia española son restaurantes que anuncian y guisan “pernil y mollejas de pollo” y conviven con las hamburgueserías de sabor americano. La mixtura del estilo de vida indígena, americano y latino se respira en un lugar llamado Barceloneta. Es el centro comercial y el outlet más grande del país. El sueño de los turistas sudamericanos, con las marcas de moda norteamericanas más baratas que en Nueva York. Ideado para reventar tarjetas de crédito, sólo viejas leyendas y alguna teleserie como la de Kunta Kinte recuerdan que ese faraónico espacio de ocio y consumo fue tierra de esclavos que vivían y morían por la caña de azúcar y la piña tropical.

Siempre con el aire acondicionado a tope de frío, los puertorriqueños veneran las cavernas de Río Camuy. Bajo ellas discurre el tercer río subterráneo más grande del mundo. Entre estalagmitas y estalactitas que parecen esculturas fantásticas, en sus más negras y profundas grutas duermen, vuelan y defecan miles de murciélagos. Sus excrementos forman el guano, “que exportábamos a países más desarrollados y lo usaban como abono y en cosméticos”, avisan.

En ese paraíso para espeleólogos de todo el mundo, que también aportó sus sonidos a la película Batman, los nativos cuentan que las cuevas surgieron del mar hace tres millones de años y anuncian que “dentro de millones de años estarán otra vez bajo el mar”. Mientras, en algunas fiestas bailan con máscaras de herencia africana, que expelen a los demonios, y se consuelan con el mamoncillo, una bebida agria y suave que entra fácil.
Una imagen del radiotelescopio del observatorio astronómico de Arecibo, que, además de su función científica, también ha sido escenario de rodaje de algunas película País de contrastes, tiene islotes tan curiosos y sugerentes como el que llaman Caja de Muertos. Cruceros, barcas y avionetas llevan hasta ellos, y son dignos escenarios para teleseries como Perdidos o similares. En algunos no hay nadie y en otros hay hoteles para millonarios. Como el club de golf de Río Grande, que tiene cierto aire de Beverly Hills y sus casas y apartamentos no bajan de cinco millones de dólares. Entre su clientela procedente de Hollywood, hay famosos puertorriqueños como Ricky Martin, Chayanne, Benicio del Toro, Luis Miguel, José Feliciano y los ases nacionales del béisbol, del boxeo y del baloncesto.

No obstante, el deporte favorito de la gente común siguen siendo las peleas legales de gallos salvajes. El gallo de pelea es un icono de Puerto Rico. Como sus loros que hablan. Y como la coqui, una rana del tamaño de una uña que no croa sino canta melodiosamente al final del día. Menos estimados son los monos y micos del valle de Lajas, “una plaga que hay que acabar antes de que ellos acaben con los platanales y cocoteros”. O esos pequeños cuervos antillanos que rondan al turista, uno finge atacarle y los otros le roban la comida del plato. De otro mundo parece el dinoflagelado, un microorganismo de las cuevas y los manglares en las bahías de Mosquito y La Parquera, que de noche emite al mar increíbles luminiscencias de todos los colores.

sábado, 4 de junio de 2011

El Nueva Amsterdam

El Nueva York librepensante y multicultural que hoy conocemos nació en el siglo XVII en la entonces colonia holandesa de Nueva Amsterdam, ha dicho hoy en Barcelona el periodista e historiador Russell Shorto, que acaba de publicar en España su ensayo Manhattan.

Shorto no oculta cierta obsesión por el siglo XVII: "En aquel siglo se difunde desde la República Holandesa la idea de tolerancia y multiculturalidad", que trata en su libro Manhattan. La historia secreta de Nueva York, y "también fue el comienzo de la modernidad y la vida secular", que abordó en su anterior ensayo, Los huesos de Descartes, ambos publicados por Duomo.

En la actualidad, Shorto, que vive en Amsterdam, prepara un libro sobre esta ciudad holandesa, que está en el origen de esas ideas.

"Creo que muchas fuerzas que están en nuestras vidas se iniciaron en esa época, y lamentablemente ideas como la tolerancia y la convivencia de culturas se están olvidando", ha dicho.

El subtítulo del libro, la historia secreta, alude a que los archivos holandeses, conservados en el Archivo del Estado de Nueva York, en Albany, no fueron traducidos hasta hace muy poco por el erudito Charles Gehring.
Se trata de 12.000 legajos, con documentación judicial o política del gobierno local, que describen con bastante detalle aquella sociedad.

Una de las personas que aparece muy a menudo en los documentos es una prostituta que incluso medía a sus clientes con el palo de una escoba y aporta muchos detalles bastante íntimos, revela Shorto.

Para el autor, en los tres años que estuvo trabajando en el ensayo, "lo más sorprendente fue -ha dicho- que en Manhattan nadie conoce una historia que está debajo de tus pies, y pocos saben que Nueva York comenzó con los holandeses y se llamaba Nueva Amsterdam".

Con su libro, Shorto pretende combatir la tendencia de los estadounidenses a mirar su propia historia a partir de la llegada de los ingleses.

Cuando los holandeses fundan Nueva Holanda, una colonia que se extendía a lo largo de unos 200 kilómetros entre la entonces Nueva Amsterdam y Albany, "exportaron dos ideas fundamentales: la sociedad multicultural y el comercio libre, que están en la fundación de Manhattan", ha asegurado.

Curiosamente, cuando los ingleses lograron el control de la colonia, se dieron cuenta de que funcionaba razonablemente bien, y por eso "mantuvieron el mismo sistema mercantil y la sociedad multicultural".

En ese momento, "mientras Boston era genuinamente inglesa, Nueva York, en cambio, estaba llena de holandeses, polacos, suecos, judíos, italianos, bávaros y españoles, y así se mantuvo".

De ese pasado holandés, recuerda Shorto, aún quedan muchas comunidades en la zona de Albany que recuerdan su origen holandés e incluso hay gente que habla en casa un holandés arcaico, y "físicamente, se puede decir que el entramado de calles de Nueva Amsterdam coincide prácticamente con las calles del distrito financiero de Manhattan".

Técnicamente, asegura el historiador norteamericano, "la colonia holandesa se fundó como base para atacar al Imperio Español, y de hecho, los primeros esclavos llegaron con los barcos españoles que eran capturados en el Caribe".

Veinticuatro dólares es el precio que, según la leyenda, pagaron los colonos holandeses en 1626 a los nativos americanos a cambio de Manhattan, pero, según Shorto, la transacción fue mucho más compleja, pues "los nativos, que eran superiores en número frente a los 10.000 colonos, tenían un concepto diferente del significado de venta de tierras, pues lo concebían más como un tratado de mutua alianza".

Este peculiar acuerdo se hizo en la práctica cada vez más difícil, como constatan numerosos documentos de la época en los que los holandeses se quejan de que los indios vuelven periódicamente a sus tierras.

Admite el autor que tuvo la tentación de escribir un libro de ficción, pero "habría sido una pena desperdiciar detalles reales".

Reivindica Shorto la figura de Peter Stuyvesant, el último director general holandés de la colonia de Nuevos Países Bajos.

Se trata de un personaje, ha dicho, "habitualmente reducido a casi una caricatura, pero en realidad con una personalidad muy compleja, que vivió una situación histórica difícil, en constante disputa con los directores de la colonia en Amsterdam para conseguir que reforzaran la colonia; contra sus propios súbditos, que no lo querían por mal político; y en constante lucha contra indios, suecos e ingleses".

Tras un intento fallido de llevar el libro al cine, Shorto ha cedido los derechos a otra productora que podría convertir su ensayo en "una especie de precuela de Gangs of New York".

Palacio de La Moneda En chile: Visita el Domingo 29 de Mayo de 2011

El palacio fue proyectado originalmente para albergar la Casa de Moneda en la época colonial chilena. En vista que las autoridades locales de entonces, no contaban con los recursos para construir un edificio para tal fin –acuñar las monedas–, la Corona Española decidió que tendría que ser un particular el que llevara el proyecto. Fue así como el palacio se construyó entre 1786 y 1812, gracias al financiamiento de Francisco García de Huidobro, I marqués de Casa Real. Su arquitecto fue el italiano Joaquín Toesca. En 1785 comenzaron las obras y un año después llegaron los materiales: cal de la hacienda Polpaico; arenas del río Maipo; piedras de la cantera colorada del Cerro San Cristóbal; madera de roble y ciprés de los bosques valdivianos; cerrajería y forja española de Vizcaya; y 20 variedades de ladrillos horneados en Santiago para la construcción de dinteles, esquinas, pisos, molduras y los sólidos muros de más de 1 metro de espesor. Durante el gobierno de Ambrosio O'Higgins -quien consideraba que el edificio superaba en mucho la obra para la cual estaba destinado- Toesca encarga a España el resto de los materiales, los cuales fueron traídos en la fragata El África y llegaron al puerto de Valparaíso en marzo de 1792, el listado comprendió: 104 rejas para ventanas, 42 balcones, chapas y pestillos, 620 clavos de media vara, 5.500 clavos de tercio, 18.000 de cuarto y 28 quintales de clavos medio tillado.
Toesca muere en 1799 y no logra ver terminada la Real Casa de Moneda, en su reemplazo es nombrado el ingeniero militar Agustín Caballero. Fue inaugurada oficialmente en 1805 por el gobernador de la época, Luis Muñoz de Guzmán a pesar que aún faltaban detalles en sus terminaciones. Durante la independencia se acuñaron las primeras monedas del Chile independiente. Se hicieron las paredes de ladrillos gruesos, de más de 1 metro de espesor, para que el edificio soportara los terremotos de Santiago, ya que esta ciudad es altamente sísmica y es de los pocos edificios coloniales de la capital chilena que ha sobrevivido a los sismos.2
Bajo el mandato del presidente Manuel Bulnes Prieto, en 1845, pasó a ser la sede del gobierno y residencia de los presidentes de Chile. Allí también tenían su sede el Ministerio del Interior en la esquina noroeste de las calles Moneda y Teatinos y la Cancillería estaba en en costado sur; la Presidencia estaba en la esquina noreste de las calles Moneda y Morandé. La acuñación de monedas se realizó en este edificio hasta 1929. En 1930 se construyó el tercer piso de la fachada sur del edificio, que se emplaza mirando a la Alameda, al igual que las plazas del norte y el sur del Palacio.El diseño de esta ampliación del Palacio fue obra del arquitecto chileno Josué Smith Del Solar.
Durante el gobierno de Gabriel González Videla, él y su esposa Rosa Markmann decoraron el Palacio con finos y antiguos muebles que habían traído de Europa, así como valiosas piezas de arte. Fue desde entonces que La Moneda alberga verdaderos tesoros dentro de sus paredes.
Fue residencia oficial de los presidentes hasta el final de la presidencia de Carlos Ibáñez del Campo (1958). Tradicionalmente el vetusto edificio permanece abierto para el tránsito peatonal. Aunque tras el asesinato del general René Schneider en 1970 esta tradición se suspendería por motivos de seguridad, hasta el año 2007 fue reabierta al público general.
Durante el Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, en que fue derrocado el presidente Salvador Allende, el edificio fue bombardeado por cañones del Ejército de Chile y por los cohetes Sura 3 de aviones Hawker Hunter, de fabricación británica, de la Fuerza Aérea de Chile, quedando parcialmente destruido. La fachada norte, así como el pabellón entre los Patios de Los Cañones y de Los Naranjos, fueron los lugares más afectados por los cohetes y por el fuego el cual se extendió de la esquina de las calles Moneda y Teatinos hasta unos 25 metros al sur, cerca de la Plaza de la Libertad, hoy Plaza de la Ciudadanía. Este ataque significó al mismo tiempo la pérdida de invaluables tesoros que se acumularon durante años de gobiernos y la posibilidad de reconstruirlo, reparar y redistribuir sus dependencias. Entre los bienes perdidos se encuentran el Acta de Independencia de Chile de 1818 y la piocha de O'Higgins (original).
Durante el proceso de reconstrucción y restauración que siguió algunos años después del bombardeo e incendio, se trasladaron varias oficinas, se modificó su distribución y se demolieron ciertas dependencias, con el fin de devolver la estampa original que tenía. Sin embargo ciertos símbolos que tenía el Palacio desaparecieron. La tradicional puerta por calle Morandé 80 fue clausurada y el Salón Independencia, lugar donde Allende murió, fue suprimido y cerrado por un muro de concreto por orden de Augusto Pinochet para evitar su simbolismo. Los faroles de las entradas laterales este y oeste, al igual que los de los portones norte y sur junto con sus escalinatas también fueron suprimidos, como se puede comparar con las fotos de La Moneda tomadas antes del golpe. Varios artículos de valor histórico y patrimonial fueron derivados al Palacio desde museos, municipalidades y bibliotecas. El edificio fue reinaugurado al mismo tiempo que el General Augusto Pinochet iniciaba su período presidencial bajo la Constitución de 1980, el 11 de marzo de 1981. Durante todo el proceso de reconstrucción la sede de gobierno fue el Edificio Diego Portales.
Es del caso señalar que durante este proceso de restauración se reforzaron los cimientos aplicando técnicas modernas, se ampliaron los estacionamientos,en el sitio que era denominado Plaza de la Constitución pero que en realidad era una playa de estacionamiento se construyó una Plaza que sirve de pulmón verde al barrio cívico. Debajo de esta plaza se construyeron estacionamientos y dependencias para el personal de La Moneda y se realizaron numerosas obras que actualizaron el edificio haciendolo moderno en su funcionamiento y dandole seguridad a sus funcionarios en cosas tan sencillas como un sistema eléctrico y de gas modernos.
Tras el regreso a la democracia, durante el gobierno de Eduardo Frei Ruiz Tagle, se pintó el edificio de color (blanco invierno), algunos han señalado que es su color original pero los estudiosos expresaron que eso no corresponde a la realidad debido a que por los materiales de su revestimiento no era posible, arenilla con cal y otros elementos, revestimiento con el paso del tiempo y el smog estaba ennegrecido, por ello todos coincidieron que la nueva coloración, efectuada con modernos materiales de alta calidad representaba un avance enorme desde diversos puntos como el estetico ya que le daba color y elegancia y realzaba lo magnifíco del edificio en un entorno gris y desde el punto de vista patrimonial por cuanto la composición del nuevo revestimiento protege de la humedad y otros fenómenos climaticos a la estructura además de ser resistente al smog y fácil de limpiar . A su vez, Ricardo Lagos Escobar reabrió el tránsito peatonal por su interior y se reabrió la entrada por la calle Morandé 80, al conmemorarse 30 años del golpe de estado. Por dicha entrada el Presidente podía entrar sin necesidad de hacerlo por la puerta principal norte, en la calle Moneda y recibir los honores de la Guardia de Palacio de Carabineros de Chile. También era por donde salía en forma simbólica después de terminar su mandato presidencial. El 2001, como signo de protesta por estado de salud, Eduardo Miño, se incendio a lo bonzo frente a la moneda, de este hecho nació la canción "Miño" de Los Bunkers
La presidenta Michelle Bachelet dispuso la restauración del salón donde falleciera el presidente Allende, incluyendo el mobiliario original y un cuadro del pintor Aldo Bahamonde que retrata al presidente. Esta dependencia fue inaugurada el 11 de septiembre de 2008, sin embargo, se critica por expertos el hecho de haber revestidos varios muros interiores con paneles de trupán, material que no sería digno del nivel del edificio (programa city tour de canal 13 cable del domingo 30 de mayo de 2010).
Durante el terremoto de Chile de 2010 sufrió daños menores, como desprendimiento de frisos en patios interiores y grietas en algunos muros, y algo más graves, como agrietamientos completos en el salón Prat, ubicado entre el Frontis delantero y el Patio de los Cañones, dejando a éste completamente inhabilitado, hasta que se repare, trámite complicado, debido a que la Sede de Gobierno es Monumento Nacional y se debe cumplir con una serie de exigencias para de su intervención, posiblemente en septiembre de 2010.
[editar]Arquitectura



Frontis Palacio Presidencial La Moneda.


Escudo de Chile forjado en el pórtico de entrada del Palacio. La inscripción reza: "ESTA CASA FUE CONSTRUIDA POR EL ARQTO TOESCA EN 1786 1805 / RESTAURADA 1929 1935 1973 1981".


Patio de los Cañones.
El Palacio de La Moneda es la única edificación de estilo neoclásico italiano puro existente en América. Con la restauración del Palacio después del Golpe de Estado, recuperó gran parte de su estructura original. En el lugar que hoy ocupa el llamado Patio de los Naranjos se habían levantado construcciones irregulares totalmente ajenas a su estructura original. Estas estructuras fueron demolidas en su reconstrucción.
El Palacio cuenta con su fachada principal por la calle Moneda, con vista a la Plaza de la Constitución, abajo de la cual se construyeron estacionamientos y oficinas para distintas dependencias de la presidencia y los ministerios que ahí se encuentran. Este lugar es popularmente llamado «el Búnker».
Detrás de esta fachada se encuentran tres pequeños patios, uno de los cuales se encuentra techado. El principal de éstos y que sirve de zaguán de entrada es llamado Patio de los Cañones, puesto que ahí se encuentran dos antiguos cañones coloniales. Siguiendo a sus dependencias interiores, con dirección a la Alameda, se encuentra el renovado Patio de los Naranjos, que fueron plantados a comienzos de la década de 1980. Es en este lugar donde se llevan a cabo las grandes ceremonias de la presidencia, como las cenas en honor a visitantes distinguidos, discursos y ceremonias de distintas naturaleza. Cuenta con una pequeña exposición de esculturas, entre la que destaca la obra de Roberto Matta llamada Tolomirotodomiro, que formó parte del pabellón chileno en la Exposición Universal de Sevilla de 1992.
Durante el gobierno del presidente Ricardo Lagos se empezó a trabajar en la unión del Paseo Bulnes con la nueva Plaza de la Ciudadanía. Bajo esta última se encuentra un gran espacio cultural llamado Centro Cultural Palacio de La Moneda, inaugurada en enero de 2006.
[editar]Salón de Acceso

El Salón de Acceso antecede el sector del Gabinete Presidencial. Hacia el poniente le siguen, paralelos a calle Moneda, los salones Independencia, Toesca y del Consejo, y hacia el interior, los salones Carrera, de Edecanes, de Audiencias y salas privadas del Jefe de Estado. Todo el sector correspondía antiguamente a la residencia del Contador Mayor de la Real Casa.
El Salón de Acceso es parte del recorrido habitual del Presidente de la República en su ingreso a La Moneda los días lunes y es también el lugar por donde se despide a las Visitas Oficiales y de Estado. En este lugar se inicia un recorrido que cruza el eje de las tres salas posteriores, a la usanza de los palacios.
Su mobiliario y elementos decorativos son propios de los siglos XVII y XVIII, destacando una tapicería flamenca del 1600 basada en un cartón de Rubens, cuyo tema es una alegoría de la guerra y la paz. Bajo ella, se ubica un arcón colonial chileno, el que tiene en su chapa el anagrama de Santiago, una S coronada con la 0. Éste constituye la marca de la Casa de Moneda de Chile, la que hasta hoy sigue utilizándose como distintivo de las medallas, monedas o grabados que realizan sus talleres.
También se encuentra en esta antesala un armario policromado que se vincula a la independencia nacional, uno de los pocos ejemplos que se conservan del mobiliario colonial chileno, que perteneció a José Antonio de Rojas, Mayorazgo de Polpaico y uno de los precursores del movimiento patriota de 1810, en cuya casa se reunieron los más destacados pensadores e ideólogos de nuestra independencia.
Otro elemento decorativo presente en uno de los muros de este salón es un retrato de Felipe V de España, primer monarca de la dinastía francesa Borbón. Durante su reinado se fundó la Casa de Moneda de Chile y su efigie fue reproducida en la primera onza de oro acuñada en el país, en 1749.
[editar]Salón Independencia

Este salón está a continuación al de Acceso y debe su nombre al lienzo del pintor nacional Pedro Subercaseaux, que representa la Proclamación y Jura de la Independencia y que destaca en uno de sus muros. El mismo tema está tratado por Cosme San Martín, pintor chileno del siglo XIX, en un boceto que muestra el Juramento de la Bandera con el frontis de la Catedral de Santiago como fondo.
En este espacio se encuentran los balcones más emblemáticos del Palacio de La Moneda. En ellos se pregonaban, durante el siglo XVIII y principios del XIX, las noticias más importantes provenientes de los Virreinatos vecinos. Desde estos balcones se dieron a conocer asimismo las novedades durante la guerra de 1879, que eran escuchadas por el pueblo congregado en la plaza, y los hechos del 21 de mayo en Iquique, donde un grupo de marinos chilenos comandados por el capitán Arturo Prat Chacón perdieron su vida en forma heroica en un desigual combate contra los peruanos.
También desde estos balcones se han asomado a saludar a la Plaza de la Constitución los últimos cuatro Presidentes democráticamente electos en nuestro país y algunas figuras destacadas del quehacer nacional, entre ellas, el Papa Juan Pablo II, durante su recordada visita a Chile en 1987, y el tenista Marcelo Ríos, cuando alcanzó el Nº 1 del mundo en 1998, aunque el Presidente Sebastián Piñera Echenique reinició el día de su asunción al mando, el 11 de marzo de 2010 la histórica y solemne tradición presidencial chilena de dar un discurso desde un balcón del Palacio, ceremonia que no se realizaba desde 1988.
En el interior del Salón Independencia destaca además el retrato de Francisco García-Huidobro, que recuerda la fundación de la Casa de Moneda de Chile en 1747. Español avecindado en Santiago, García Huidobro obtuvo de Felipe V la concesión de acuñar monedas en el país. Su familia conservó este privilegio hasta que en 1770, Carlos III incorporó a la Corona los servicios de la Casa de Moneda chilena.
Otras obras destacadas en este espacio son el Paisaje Cordillerano de Antonio Smith, óleo perteneciente a don Juan Salinas y actualmente en comodato a la Presidencia de la República, y el Paisaje de Alfredo Araya, perteneciente a la colección del Banco Central de Chile.
[editar]Salón Toesca

El Salón del Consejo de Ministros finaliza el recorrido de los salones del ala norte, paralelos a calle Moneda. En él se realizan periódicamente los Consejos de Gabinete del Presidente de la República y otras sesiones de trabajo del Jefe de Estado, además de reuniones bilaterales entre equipos chilenos y sus homólogos durante las visitas de Mandatarios extranjeros.
Pintado color verde petróleo, su principal elemento decorativo es una hermosa tapicería flamenca del siglo XVII, que simboliza un pasaje del libro bíblico de Ester. Adquirida en Europa a mediados del siglo pasado, fue exhibida en la célebre Exposición del Coloniaje de 1873. Las lámparas son de cobre y fueron fabricadas por el anticuario chileno Séller siguiendo un modelo holandés.
Enfrentando la tapicería se exhibe una urna de acrílico transparente de un 1.48 metros de alto y 1.60 metros de ancho. Ésta contiene una Manta de Cacique del siglo XIX, que representa la artesanía tradicional del pueblo mapuche.
[editar]Salón Amarillo



Salón Amarillo del Palacio de La Moneda.
Ubicado en el segundo piso del ala norte de La Moneda, en paralelo al Salón Toesca, este espacio es utilizado actualmente como antesala para quienes son recibidos en audiencia por el Jefe de Estado.
Su nombre se debe a los retratos de José Miguel Carrera y su hermana Javiera, autora de la primera bandera nacional de tres bandas -azul, blanca y amarilla-, que destacan en sus muros. El primero es una copia hecha por José Manuel Núñez del original de Mandiola (1820-1900), mientras que el de doña Javiera Carrera es atribuido al pintor chileno Cosme San Martín.
También en este lugar se encuentra la acuarela sobre tela La Batalla de Ayacucho (1832) del pintor Carlos Wood Taylor. Pieza notable y única de la iconografía histórica americana, representa el campo de batalla y el desplazamiento de las tropas de Ayacucho.
Pintado completamente de amarillo, el estilo y color de este salón son la herencia de las antiguas cortinas de seda y grecas negras del salón del Presidente Federico Errázuriz Zañartu.
El mobiliario es de estilo Imperio. Destacan dos sofás de época 1820, en cuyos brazos están dibujados el escudo y bandera de Chile pintados en oro, se supone pertenecieron a los Carrera. Lo complementan seis sillones tapizados en seda amarilla y blanca de jacarandá con marquetería, firmados por Jacob, el más importante mueblista francés del período imperial, autor del mobiliario de muchos de los palacios y residencias de Napoleón Bonaparte y su corte.
La mesa central, con marquetería inglesa de mediados de 1850, perteneció al Vicealmirante Patricio Lynch. La alfombra, de la Real Fábrica de Tapices de Madrid, reproduce un modelo de 1810.
[editar]Sala de Edecanes

Paralela al Salón Independencia, la Sala de Edecanes sigue a continuación del Salón Carrera y es contigua a la oficina de la Secretaría Privada de Presidente.
Es un espacio funcional para el trabajo de los Edecanes de el o la Mandatario, quienes tienen como misión principal acompañarla y asistirla en todas sus actividades oficiales y representarla en los eventos protocolares que específicamente ella les encomiende. Los Edecanes son designados por el Presidente de la República a proposición de los Comandantes en Jefe de las Fuerzas Armadas y del General Director de Carabineros.
Destaca en el salón una antigua lámpara de bronce de estilo Imperio y dos retratos: el primero, óleo sobre tela de B. Janson, representa a Manuel Antonio Tocornal Grez, de 65 cms. de alto y 53 de ancho, pertenece a la colección del Museo Histórico Nacional y se encuentra en La Moneda desde 1990. El segundo, de Rafael Sotomayor García, representa a Rafael Sotomayor Baeza, Ministro de Guerra del Presidente Aníbal Pinto, quien falleció en campaña durante la Guerra del Pacífico, y fue donada a la Presidencia por su autor en 1982.
En este Salón se encuentra finalmente un retrato de Bernardo O’Higgins, realizado por el artista chileno Miguel Venegas Cifuentes (1907-1979) y perteneciente a la colección de la Presidencia de la República de Chile.
[editar]Galería de Presidentes

La llamada Galería de los Presidentes se ubicaba antiguamente alrededor del patio lateral de la Presidencia, en el ala nororiente del Palacio. En la última restauración pasó a ocupar un amplio espacio habilitado en torno al patio lateral poniente, y un tramo de ésta es parte del recorrido protocolar que deben seguir los Jefes de Estado extranjeros durante las Visitas de Estado y Oficiales.
En este tradicional punto de La Moneda se exhibe retratos, bustos en mármol y bronce de muchos de los Mandatarios de nuestra historia republicana.
Los siguientes retratos de Jefes de Estado son patrimonio de La Moneda: Ramón Freire Serrano (1823–1826 y 1827), Manuel Bulnes Prieto, Presidente que hizo de La Moneda su residencia y sede de Gobierno (1841–1851); José Joaquín Pérez Mascayano (1861–1871); Federico Errázuriz Zañartu (1871–1876); Domingo Santa María González (1881–1886); José Manuel Balmaceda Femández (1886–1891); Federico Errázuriz Echaurren (1896–1901); Ramón Barros Luco (1910–1915); Arturo Alessandri Palma (1920–1925 y 1932–1938); Juan Antonio Ríos (1942–1946); y Gabriel González Videla (1946–1952).
Asimismo, los bustos de los Presidentes José Manuel Balmaceda (1886–1891), Carlos Ibáñez del Campo (1927–1931 y 1952–1958), Pedro Aguirre Cerda (1938–1941), Gabriel González Videla (1946–1952), Jorge Alessandri Rodríguez (1958–1954), Eduardo Frei Montalva (1964–1970) Salvador Allende Gossens (1970–1973), Patricio Aylwin Azocar (1990-1994) y Eduardo Frei Ruiz-Tagle (1994-2000) completan este iluminado espacio.
[editar]Salón Azul



Salón Azul del Palacio de La Moneda.
El Salón Azul es el lugar donde ocurren las grandes reuniones privadas de la Presidencia de la República. Es paso obligado dentro del estricto protocolo que rige a las visitas de Estado que llegan al país, y el espacio donde el Mandatario se reúne a puertas cerradas a conversar e intercambiar opiniones con líderes, autoridades y personajes destacados del quehacer nacional e internacional.
Una particular lámpara española de plomo dorada al fuego de 36 luces, alumbra este trascendente espacio de La Moneda. En la mesa presidencial instalada en una de las esquinas del Salón –un mueble francés de estilo Regencia, con marquetería y bronce– periódicamente el Mandatario de turno analiza, estudia y firma diversos documentos, como proyectos de leyes o decretos.
En la pared detrás de esta mesa, se encuentran dos de los cuadros más significativos del Palacio: los retratos de Bernardo O’Higgins y Andrés Bello. El primero es del célebre pintor José Gil de Castro (1785–1841), el "Mulato Gil", precursor de la pintura chilena. Se piensa que este retrato fue el único donde el General Director Supremo posó directamente ante el artista. El de Andrés Bello es copia del original que se encuentra en la Universidad de Chile, del pintor Monvoisin.
Otra obra llena de significado dentro del Salón Azul es la monumental tela del fallecido maestro chileno Roberto Matta, “Espejo de Cronos” (1981), obra de 3.90 metros de alto y 4.87 metros de ancho, perteneciente a la colección del BancoEstado.
El resto del mobiliario y los elementos decorativos son propios de los siglos XVII y XVIII, casi en su totalidad de estilo Imperio, destacándose cuatro muebles escritorios y dos consolas de la época fernandina -imperio español- con mármoles y bronces.
Las otras pinturas del Salón se deben a autores nacionales. De Álvaro Casanova Zenteno (1857–1939), "La Escuadra Nacional de 1892" (1894), obra que obtuvo la Segunda Medalla en el salón Nacional de la Pintura de 1894; de Pedro Lira (1845–1912) “Paisaje Cordillerano”; de Thomas Somerscales (1842–1927), “La Captura de la Fragata María lsabel por los Patriotas, frente a las fortificaciones de Talcahuano”; y de Pablo Burchard "Calle de Quintero", óleo sobre tela perteneciente a la colección del Banco Central de Chile.
[editar]Salón Rojo



Salón Rojo del Palacio de La Moneda.
Este espacio es la antesala del comedor privado del Jefe de Estado. Es en este lugar donde los invitados a un almuerzo o cena con el Mandatario en ejercicio, esperan a su anfitrión. También es común que aquí se lleven a cabo pequeñas ceremonias protocolares, tales como el intercambio de regalos entre delegaciones, con ocasión de Visitas Oficiales o de Estado.
Completamente pintado de rojo, en el Salón se ubica un gran retrato de Santiago Solar Rosales y su hija Clorinda del Solar, del pintor francés Raymond Monvoisin, y otro de José Joaquín Pérez Mascayano y su esposa, Tránsito Flores, de Rafael Correa Muñoz. Esta última constituye una verdadera obra costumbrista, que muestra el interior de un elegante salón de la segunda mitad del siglo XIX, probablemente, uno del mismo Palacio de La Moneda.
Junto a ellos, Salida de Luna, de Óscar Saint–Marie, óleo sobre madera perteneciente a la colección del Museo O’Higginiano de Talca, y Paisaje con Animales, de Alberto Valenzuela Llanos, de propiedad de la Presidencia de la República.
Otros elementos decorativos presentes en el Salón Rojo son dos espejos de origen francés que reflejan y otorgan amplitud al lugar, y dos jarrones de porcelana francesa de Sèvres. La alfombra estilo Boccara y la lámpara de estilo Montgolfier, son tal vez los dos objetos decorativos de mayor valor en este Salón.
[editar]Comedor Presidencial

El comedor privado de la Presidencia de la República es contiguo al Salón Rojo. Puede recibir a un máximo de 26 comensales, por lo que está reservado para reuniones, almuerzos y cenas reducidas.
Curiosamente, no todos los elementos arquitectónicos en esta sala formaron parte del proyecto original de La Moneda. Por ejemplo, la chimenea de mármol blanco –la única del Palacio– proviene de la casa del Presidente Manuel Bulnes, demolida en el año 1970.
Los muebles en su mayoría son de caoba de principios del siglo XIX. La mesa de extensión fue realizada en Inglaterra para la familia del Presidente Errázuriz Zañartu y sus sillas son francesas estilo Imperio, atribuidas al mueblista Jacob. Los arrimos tallados se realizaron en Copiapó para el comedor de la familia Gallo Goyenechea, célebres mineros y políticos de 1850.
En sus muros destacan las obras "Valle de Aconcagua", del pintor chileno Pedro Lira Rencoret; "Naturaleza Muerta", de la pintora chilena de fines del siglo pasado Luisa Scofield; "Olivos del Principal", de Enrique Swinburn, y “La Caza”, óleo sobre tela de autor anónimo perteneciente a la Escuela Europea del siglo XVIII.
[editar]Salón Montt y Varas

Dos enormes retratos que recuerdan a dos personajes de la historia del Chile republicano del siglo XIX se enfrentan, en sentido oriente–poniente, en uno de los principales salones protocolares del Palacio de Gobierno: los del Presidente Manuel Montt Torres (1851-1861) y su Ministro del Interior, Antonio Varas de la Barra.
Ambos le dan el nombre a este Salón, donde tradicionalmente se han efectuado las principales ceremonias de Estado, como firmas o promulgación de Leyes de la República y juramentos de los Gabinetes que han acompañado a los diversos Mandatarios. En el caso de las promulgaciones, en algunas ocasiones, dicho Salón no es ocupado para la Ceremonia, debido a que se hace si el clima lo permite, en el Patio de las Camelias o el Patio de los Naranjos y en algunas ocasiones fuera de Palacio.
También es habitual que en este espacio se realice la recepción de cartas credenciales de los Embajadores extranjeros acreditados en Chile, además de almuerzos y cenas Oficiales y de Estado.
Los dos cuadros que adornan este espacio pertenecen al pintor romano Bartolomé Pagan, y fueron encargados por el Gobierno de Chile a fines del siglo XIX. Asimismo, destaca la gran lámpara de bronce y cristal de origen español del XIX, y el parquet de eucaliptos de dos colores.
En el Salón se observa además la obra “Hijo Pródigo”, un tapiz flamenco del siglo XVI, hecho en Bruselas, que forma parte de una colección basada en las parábolas de los Evangelios.
[editar]Salón Pedro de Valdivia

Contiguo al Salón Montt y Varas, ocupa la sala que en el edificio original tuvo el despacho del Superintendente de la Real Casa de Moneda. Su nombre recuerda la denominación que tuvo Chile durante la Colonia. Actualmente, el salón es utilizado como un espacio de espera para los invitados a las ceremonias que se realizan el Salón Montt y Varas, y también para cócteles y recepciones oficiales.
El más importante elemento de la sala es el gran óleo sobre tela que representa al Conquistador de Chile, Capitán Pedro de Valdivia, encargado al pintor español Ignacio Zuloaga por la colectividad española residente en Chile al cumplirse el 4° Centenario de la Fundación de Santiago.
Cuando el artista español inició su obra, se dio cuenta que no existían registros gráficos que confirmaran fehacientemente la fisonomía real de Pedro de Valdivia, por lo que se basó en suposiciones y una idea personal para retratarlo. Es por esta razón que en el costado izquierdo del lienzo, de 3 metros de alto y 2.17 metros de ancho, se puede leer una nota que dice: “Creo que así fue Pedro de Valdivia…”
También se encuentra en este salón el retrato de García Hurtado de Mendoza, gobernador de la Capitanía General desde 1557 a 1561. Su imagen es una recreación romántica pintada por el artista Alejandro Cicarelli (1810-1874), italiano contratado durante el Gobierno del presidente Bulnes para fundar la Academia de Pintura en 1849.
Destaca asimismo la lámpara central, íntegra de cristal, realizada en las fábricas de Baccarat hacia 1830. Fue propiedad de Francisco Echaurren García-Huidobro, intendente de Valparaíso, durante el Gobierno del presidente Errázuriz Zañartu.
Los muros del salón son blancos y el piso de mármol de Carrara blanco y negro. Aunque originalmente La Moneda no tuvo mármol, éste se colocó en la última restauración de los años 80 para remarcar el carácter palaciego del edificio, tomando como modelo el diseño empleado en palacios españoles e italianos de la época.
Los muebles y otros elementos de decoración son de estilo Imperio, característico del período de 1800 a 1820, cuando concluyeron las obras de este Palacio. Dos cómodas francesas, de caoba y bronce, están decoradas en su frente con cuernos de la abundancia. Se atribuyen al mueblista Jacob Desmalter y son similares a un amoblado que éste realizó para el palacio de Fontainebleau.
Los espejos, dos con marcos de caoba y dos dorados, son los llamados troumeau de la época Imperio, caracterizados por tener pinturas o grabados en su parte superior.
[editar]Salón O'Higgins

Antigua sala de libranza, recibo y despacho de la Real Casa de Moneda, se comunica directamente al Patio de Honor a través de una amplia portada. Su nombre recuerda al general Bernardo O'Higgins, Director Supremo desde 1817 a 1823.
En él se realizan numerosas recepciones oficiales, especialmente la de presentación de credenciales de diplomáticos acreditados ante nuestro Gobierno.
Recuerdan también a O'Higgins dos columnas de madera talladas y doradas, que enmarcaron primitivamente el dosel Directorial en el antiguo Palacio de Gobierno de la Plaza de Armas. Formaron parte del primer mobiliario de La Moneda en 1846, y su imagen fue reproducida en el retrato oficial que Monvoisin hizo al presidente Manuel Bulnes y en el célebre cuadro del Consejo de Ministros del presidente Balmaceda pintado por Subercaseaux. Por más de medio siglo enmarcaron la declaración de la independencia nacional.
En este salón se encuentra uno de los mejores cuadros del Palacio, “La Batalla de Maipú” del pintor bávaro Juan Mauricio Rugendas. Arrimos y espejos son españoles. Dos de éstos, con policromía azul, son neoclásicos; los otros, dorados y tallados, son del siglo XVIII. Bajo ellos, dos arrimos dorados con cubierta de mármol blanco, época Fernando VII, hacia 1820, representan emplumadas cabezas de indios, probablemente alusivos a las colonias americanas. Una mesa similar a estos muebles se encuentra en el Palacio Real de Aranjuez.
[editar]Salón Prat

La presidenta Michelle Bachelet inauguró el día 30 de diciembre de 2009 en el Palacio de La Moneda la profunda remodelación del Salón Prat en el contexto de un plan de homenaje a los grandes chilenos de la historia. Bachelet estuvo acompañada por la recién nombrada ministra secretaria general de Gobierno Pilar Armanet y el ministro de Defensa Francisco Vidal
En la ceremonia también estuvo presente el comandante en jefe de la Armada, almirante Edmundo González, quien afirmó que la decisión de incorporar este salón es "un acto mayor de lealtad y justicia" para el prócer. El Salón Arturo Prat se ubica en el tercer piso del Palacio de La Moneda, fue diseñado en el estilo del resto de las dependencias del edificio, con tres salones conectados, una sala de espera, otra de reuniones y un comedor. El objetivo de este nuevo salón es recibir turistas para honrar la historia chilena y sus personajes y próceres; y también convertirse en una importante sala de reuniones ministeriales y bilaterales.
Cuenta con diferentes objetos históricos comos dos platos de loza recuperados de la corbeta Esmeralda, el óleo de Cosme San Martí­n y la última carta manuscrita enviada por Arturo Prat Chacón a Carmela Carvajal, su esposa.
Este salón fue el más dañado con el terremoto de 2010.
[editar]Capilla



Capilla del palacio.
La ubicación actual de la Capilla está consignada en los más antiguos planos del Palacio, aunque en su existencia ha sufrido diversas variaciones.
La conclusión del altar y la decoración de sus muros fue completada en 1808 por Juan José de Goycolea, discípulo de Toesca. Aunque originalmente fue concebida con doble altura sobre su ingreso norte, para que el Superintendente y su familia fuesen a misa diaria sin salir de su residencia, ésta fue suprimida en la remodelación de 1845, para dar más amplitud al sector presidencial del segundo piso. Pese a ello continuó sirviendo como Capilla, asistida por los capellanes de la Presidencia.
Bajo el mandato de Manuel Montt, la capilla se utilizó por primera vez para un servicio familiar, con el casamiento de una de sus hijas. Con posterioridad, Capilla y capellán se trasladaron al sector presidencial de los altos, y tras ocupar distintas dependencias fue suprimida a mediados del siglo XX.
Restaurada nuevamente al costado del Patio de Honor, la Capilla tiene hoy un altar neoclásico de madera policromada que imita falso mármol. El lugar principal lo ocupa una imagen de Jesús Crucificado que permaneció durante largos años en el antiguo monasterio de las monjas de Santa Clara, en la Alameda. Tallada en madera y posiblemente fabricada en Quito, constituye una excelente obra del siglo XVII.
En los muros se observan cuatro lienzos con escenas de la vida de santos dominicos. Éstos forman parte de una gran serie de más de cien pinturas, que la Orden de Santo Domingo de Santiago encargó a los artistas quiteños Antonio Palacios y Ascencio Cabrera, entre 1837 y 1841.
También destacan por su calidad como imaginería religiosa una imagen filipina de la Virgen del Carmen, fabricada en los talleres de los Agustinos en siglo XVIII en Manila, y una imagen del Sagrado Corazón, réplica del original del siglo XVIII hecha por Pompeo Girolamo Battoni.
[editar]Barrio Cívico

Artículo principal: Barrio Cívico de Santiago
La expresión las cuatro cuadras (o manzanas) en torno a La Moneda se usa para referirse a alguna acción del gobierno o la Presidencia. Este apelativo tiene su origen a que en torno a La Moneda se construyó el Barrio Cívico de Santiago, ubicándose los principales ministerios y dependencias del Estado (Ministerio de Defensa, de Hacienda, de Economía,de Agricultura, de Justicia, la Contraloría General de la República,la Intendencia de la Región Metropolitana de Santiago, el Banco del Estado y muy recientemente la Cancillería).
[editar]Notas

↑ Gobierno de Chile. Tour virtual al Palacio de La Moneda, sección 02 Puerta de Palacio.
↑ www.icarito.cl: Palacio de La Moneda
[editar]Véase también

Palacio Presidencial de Cerro Castillo
Casa de Moneda de Chile
Guardia de Palacio de Carabineros de Chile
[editar]Enlaces externos

Wikimedia Commons alberga imágenes del palacio de La Moneda.
Gobierno de Chile
Palacio de La Moneda - Gobierno de Chile
Panorámica en 360º del Palacio de La Moneda | www.chilexplora.com