miércoles, 14 de agosto de 2013

Derrota de los Ingleses en 1625

1625. Lo de los validos pelotas no es sólo cosa española, y así, el duque de Buckingham alentó al rey Carlos I de Inglaterra a aliarse con las provincias de los Países Bajos para romper la llamada Pax Hispánica y empezar una broma que duró Treinta Años. Con esa pretensión absurda de que son mejor en la mar, se lanzaron al asedio y conquista de Cádiz (como principio para darnos en lo que era la puerta de nuestras provincias del otro hemisferio) con unas fuerzas de 90 barcos y 10.000 soldados de infantería. Nuestro duque de Medina Sidonia y el gobernador de Cádiz, Fernando Girón, con la mitad de hombres, no sólo repelieron el desembarco, sino que causaron gran mortandad entre los atacantes, dejando en el fondo del mar no menos de 30 navíos enemigos. Un descalabro que les hizo pensar que mejor les salía a cuenta luchar contra los franceses de un tal Richelieu.
4.- 1704. Tiene gracia que la que podamos considerar, pérdida y victoria en este caso inglesa, no ya fuera de nuevo apoyada por los holandeses (cada vez me está sentando mejor recordar el gol de Iniesta), sino por otros españoles enfrentados por cuestiones dinásticas. Pues en esa Guerra de Sucesión entre austracistas y borbónicos, al final todos perdimos. Y en esa, fue cuando perdimos Gibraltar. Nos quedamos mancos de una de las hercúleas columnas de nuestro blasón. Diego de Salinas, gobernador de la ciudad, apenas contaba con un centenar de hombres de armas, y viejos cañones de la época del emperador Carlos. El almirante Rooke, contaba con más de 4.000 para desembarcar y tomar la que se empecinó en ser fiel a Felipe V. La imposible defensa se intentó, no sin algún éxito para los defensores; pero viendo el gobernador el problema de las grandes bajas que se podían producir a mujeres y niños en una plaza indefendible con los medios que contaba, parlamentó con dignidad, saliendo finalmente habitantes y soldados, con armas y banderas, y con el pendón de la ciudad flameando al ritmo del parche de los tambores. Perdiose el Peñón, pero no el honor.

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