Varios hechos van mostrando qué le espera a Guatemala si Otto Pérez Molina llega a ocupar la presidencia de la República. Vale la pena sintetizarlos para su consideración, sobre todo para quienes convocan a realizar un análisis inteligente para elegir o a votar de manera consciente.
El otrora general promete pagar a los expatrulleros. Esta medida, al considerar válida la indemnización para personas que sirvieron al Ejército voluntaria u obligadamente, tiene un mensaje de grandes dimensiones, ya que refuerza en el imaginario la validez de una de las acciones contrainsurgentes que tantas violaciones al derecho a la vida causó en Guatemala durante la guerra. Y que están plenamente comprobadas gracias a varias investigaciones que se están dando a conocer. Este ofrecimiento de campaña ya lo han hecho otros candidatos con tal de obtener votos, aunque no cumplieron su promesa. Igual Pérez puede dar su palabra y no pagar cuando sea presidente. Lo que interesa resaltar en este espacio es que avalar la figura de las PAC tiene un carácter simbólico de imposición, control, miedo, terror, represión, falta de libertad: en síntesis mano dura.
El candidato anaranjado además anuncia, casi seguro de su triunfo, que aumentará de manera significativa los presupuestos para el Ejército y la Policía como medidas para garantizar la seguridad. Tal posición, similar a la del presidente de México, Felipe Calderón, ha demostrado su ineficacia para acabar con el tráfico de personas, de drogas y de armas; además se ha descubierto cómo las mafias han invadido las instituciones públicas y se ha convertido en un mecanismo de represión a movimientos sociales. Qué tan cierto puede ser que la sociedad guatemalteca viva segura y tranquila, si cuenta con un Ejército numeroso y bien equipado, con fuerzas de tarea militarizadas y policía especializadas, como lo anuncia Pérez. Eso significa una copia de la guerra de Calderón, que es la misma de Estados Unidos, donde residen quienes están haciendo jugosas ganancias con la venta y trasiego de armamento de todo tipo. La realidad en México es clara, la inseguridad va en aumento, la violencia afecta a la ciudadanía, el terror se ha instalado.
La actuación de uno de los guardaespaldas de la familia Pérez muestra indicadores de una prepotencia inaudita, ya que están dispuestos a utilizar sus armas, incluso sin amenaza de seguridad alguna. Quien se atreve a disparar a un policía sin arma muestra el tipo de entrenamiento que reciben, ajeno a la convivencia social, a la seguridad democrática y al respeto incluso de normas referidas a un lugar donde estacionarse.
sábado, 9 de julio de 2011
Miami Multicultural
"Miami se perfila como urbe multicultural"
El gerente cultural y director ejecutivo de la Bienal de Miami, Jorge Gutierréz, nos habla de intenso desarrollo cultural del sur de Florida
Lectores corresponsales | 06/07/2011 - 20:02h
Graciela Pantín
Caracas (Venezuela)
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Miami y sus zonas periféricas están experimentando un intenso desarrollo en la vida cultural y artística. Enfrentando los impactos de la "crisis", tanto las autoridades como los instituciones e iniciativas privadas, han apostado a la cultura no solo como elemento potenciador de la recuperación y revitalización de espacios urbanos, sino para la promoción de valores, la educación en las artes, la creación de nuevas audiencias, la generación de empleo y de circuitos económicos alternativos.
Quizás hace más de una década que este fenómeno despegó con fuerza, y en él, Jorge Gutierréz viene desempeñando un papel fundamental. Venezolano, arquitecto de la UCV y profesional de la Gerencia Cultural, con MA de la Universidad de Nueva Cork, Jorge Gutiérrez trabajó en la Biblioteca Nacional y fue Director del Museo Alejandro Otero en Caracas. En Miami, durante los seis últimos años, fue director del sistema de galerías del Miami Dade College, la red de galerías más grande del sur de Estados Unidos: siete galerías de arte, un parque y una plaza de esculturas y la histórica Torre de la Libertad en el centro de Miami. En total más de 35.000 m2 de áreas para exposiciones y actividad cultural. Actualmente Jorge se desempeña como director ejecutivo de Miami Biennale (la Bienal de Miami).
¿Cuáles son los factores que desencadenaron este desarrollo?
Varios factores. Primero, la intensificación en la diversidad de las migraciones hacia Miami, transformándola en una auténtica urbe multicultural (más de 120 nacionalidades conviven en el Sur de la Florida), un fenómeno único en torno al "melting pot" norteamericano. Segundo, la participación de artistas, curadores, creadores, gerentes culturales, de diversas partes del mundo, generando iniciativas y modelos de desarrollo cultural dinámicos, plurales e innovadores que, al integrarse a las experiencias existentes, le dan a Miami una característica única en América. Y tercero, el haber alojado importantes eventos internacionales, como la Feria de Art Basel en Miami que transformó la dinámica de las artes visuales en la zona.
¿Cómo han contribuido las artes con el uso urbano de la ciudad?
Con el boom inmobiliario en el sur de Florida entre 1995-2005, hubo una importante inversión en nuevos espacios de galerías privadas. Por ejemplo, la conversión de la zona industrial de Wynwood, Miami, en una comunidad para las artes. Con el empuje del inversionista Tony Goldman (quien promoviera el Soho en NYC) y de Dave Lombardi, se crearon nuevas galerías, estudios para artistas y se abrieron espacios alternativos.
¿Cuál ha sido el impacto de la migración de artistas y profesionales venezolanos a Miami?
La presencia venezolana en este proceso ha sido importantísima. Es una migración que no solo ha colocado capital de inversión para la cultura, sino que ha traído artistas, gerentes culturales, académicos, coleccionistas e iniciativas vinculadas con el mundo creativo, contribuyendo a crear una visión mucho más dinámica, amplia, diversa y global del arte. Insertándose todos en el tejido cultural, público y privado, de la ciudad.
¿Cuáles son las construcciones de infraestructura cultural de mayor impacto en la ciudad de Miami?
Están el Performing Arts Center, la ampliación del Museo Bass en Miami Beach, el nuevo Museo Frost, el proyecto de las nuevas sedes para el Miami Art Museum, la New World Symphony, la Orquesta Sinfónica de Miami que dirige Eduardo Marturet, el inicio de la programación cultural y artística de la Torre de la Libertad integrada con otros espacios culturales, la creación de fundaciones privadas con programación artística diversa tales como CIFO, The Margulies Collection at the Warehouse, la Rubell Family Collection, la De La Cruz Collection y Miami Biennale Foundation (con los preparativos para una próxima edición de la Bienal de Miami), el Knight Foundation con programas de financiamiento para las artes en Miami.
¿Hacia dónde apunta el futuro?
Todos los esfuerzos confluyen hacia la consolidación de la escena artística de Miami bajo una perspectiva más universal y con un menú de opciones mucho más diverso. Sin embargo, todavía hay muchísimo trabajo por desarrollar y consolidar. Con un inventario respetable de recursos culturales de más de cien galerías de arte, siete museos, seis escuelas de arte en el nivel de educación superior, dos grandes centros para las artes escénicas, un festival internacional de cine, una feria internacional del libro, 12 ferias internacionales de arte, Miami está viva y alerta y en continua transformación. Su identidad propia se perfila como urbe multicultural, referente necesario de la América del siglo XXI.
El gerente cultural y director ejecutivo de la Bienal de Miami, Jorge Gutierréz, nos habla de intenso desarrollo cultural del sur de Florida
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Miami y sus zonas periféricas están experimentando un intenso desarrollo en la vida cultural y artística. Enfrentando los impactos de la "crisis", tanto las autoridades como los instituciones e iniciativas privadas, han apostado a la cultura no solo como elemento potenciador de la recuperación y revitalización de espacios urbanos, sino para la promoción de valores, la educación en las artes, la creación de nuevas audiencias, la generación de empleo y de circuitos económicos alternativos.
Quizás hace más de una década que este fenómeno despegó con fuerza, y en él, Jorge Gutierréz viene desempeñando un papel fundamental. Venezolano, arquitecto de la UCV y profesional de la Gerencia Cultural, con MA de la Universidad de Nueva Cork, Jorge Gutiérrez trabajó en la Biblioteca Nacional y fue Director del Museo Alejandro Otero en Caracas. En Miami, durante los seis últimos años, fue director del sistema de galerías del Miami Dade College, la red de galerías más grande del sur de Estados Unidos: siete galerías de arte, un parque y una plaza de esculturas y la histórica Torre de la Libertad en el centro de Miami. En total más de 35.000 m2 de áreas para exposiciones y actividad cultural. Actualmente Jorge se desempeña como director ejecutivo de Miami Biennale (la Bienal de Miami).
¿Cuáles son los factores que desencadenaron este desarrollo?
Varios factores. Primero, la intensificación en la diversidad de las migraciones hacia Miami, transformándola en una auténtica urbe multicultural (más de 120 nacionalidades conviven en el Sur de la Florida), un fenómeno único en torno al "melting pot" norteamericano. Segundo, la participación de artistas, curadores, creadores, gerentes culturales, de diversas partes del mundo, generando iniciativas y modelos de desarrollo cultural dinámicos, plurales e innovadores que, al integrarse a las experiencias existentes, le dan a Miami una característica única en América. Y tercero, el haber alojado importantes eventos internacionales, como la Feria de Art Basel en Miami que transformó la dinámica de las artes visuales en la zona.
¿Cómo han contribuido las artes con el uso urbano de la ciudad?
Con el boom inmobiliario en el sur de Florida entre 1995-2005, hubo una importante inversión en nuevos espacios de galerías privadas. Por ejemplo, la conversión de la zona industrial de Wynwood, Miami, en una comunidad para las artes. Con el empuje del inversionista Tony Goldman (quien promoviera el Soho en NYC) y de Dave Lombardi, se crearon nuevas galerías, estudios para artistas y se abrieron espacios alternativos.
¿Cuál ha sido el impacto de la migración de artistas y profesionales venezolanos a Miami?
La presencia venezolana en este proceso ha sido importantísima. Es una migración que no solo ha colocado capital de inversión para la cultura, sino que ha traído artistas, gerentes culturales, académicos, coleccionistas e iniciativas vinculadas con el mundo creativo, contribuyendo a crear una visión mucho más dinámica, amplia, diversa y global del arte. Insertándose todos en el tejido cultural, público y privado, de la ciudad.
¿Cuáles son las construcciones de infraestructura cultural de mayor impacto en la ciudad de Miami?
Están el Performing Arts Center, la ampliación del Museo Bass en Miami Beach, el nuevo Museo Frost, el proyecto de las nuevas sedes para el Miami Art Museum, la New World Symphony, la Orquesta Sinfónica de Miami que dirige Eduardo Marturet, el inicio de la programación cultural y artística de la Torre de la Libertad integrada con otros espacios culturales, la creación de fundaciones privadas con programación artística diversa tales como CIFO, The Margulies Collection at the Warehouse, la Rubell Family Collection, la De La Cruz Collection y Miami Biennale Foundation (con los preparativos para una próxima edición de la Bienal de Miami), el Knight Foundation con programas de financiamiento para las artes en Miami.
¿Hacia dónde apunta el futuro?
Todos los esfuerzos confluyen hacia la consolidación de la escena artística de Miami bajo una perspectiva más universal y con un menú de opciones mucho más diverso. Sin embargo, todavía hay muchísimo trabajo por desarrollar y consolidar. Con un inventario respetable de recursos culturales de más de cien galerías de arte, siete museos, seis escuelas de arte en el nivel de educación superior, dos grandes centros para las artes escénicas, un festival internacional de cine, una feria internacional del libro, 12 ferias internacionales de arte, Miami está viva y alerta y en continua transformación. Su identidad propia se perfila como urbe multicultural, referente necesario de la América del siglo XXI.
viernes, 8 de julio de 2011
Xela y Qetzaltenango en Guatemala
El año pasado realicé varias entrevistas a personalidades quetzaltecas, autoridades municipales, empresarios, funcionarios del Gobierno, intelectuales y académicos de aquella ciudad. Teníamos el objetivo de conocer los problemas urbanos de Xela. De tales entrevistas pude hacer la síntesis que se presenta hoy en su primera parte. Los problemas de la ciudad que fueron abordados son muchos, pero quizás los principales que se señalaron son: crecimiento urbano desordenado y en muchos casos caótico, las características actuales de la economía urbana y regional, escasez del servicio del agua y precio elevado, irregular servicio eléctrico y caro, drenajes colapsados e inexistentes en distintas áreas de la ciudad, pésimo servicio de transporte urbano, falta de parques y áreas de recreación, recolección y tratamiento de basura deficiente, mercados caóticos y faltos de higiene básica, etcétera. Temas que debieran ser tratados con seriedad por los actuales candidatos a alcalde. La Xelajú de nuestros días está viviendo un proceso de crecimiento urbano acelerado y empieza a consolidar un área metropolitana.
Como toda ciudad, Quetzaltenango no puede ser comprendida sin conocer su historia. Recientemente esta ciudad altense cumplió cuatrocientos ochenta y cinco años de fundada. Fue en su vida precolombina un asentamiento mam y posteriormente copada por los k’iche’s. Durante los años coloniales, los españoles, utilizando su trazo precolombino, la trataron de convertir en una pequeña Sevilla, como lo dejara plasmado el poeta antigüeño Carlos Wyld Ospina. Por ello su trazo totalmente irregular. A diferencia de las plazas coloniales, a la manera de Santiago de Guatemala. A pesar de los esfuerzos de los españoles y posteriormente de los criollos de mantener un rígido control colonial y militar, los indígenas no se quedaron de brazos cruzados. No se nos olvide que ha sido precisamente un historiador quetzalteco, Severo Martínez Peláez, quien mejor ha interpretado la patria de los criollos y nos ha revelado mejor aún las causas y los efectos de los motines de indios.
No obstante, la población de Quetzaltenango siempre fue mayoritariamente indígena y se distinguió por contar con una clase social de indígenas ricos e influyentes que incluso controlaron durante muchos años la alcaldía indígena de la ciudad, como lo ha escrito Greg Grandin en su libro La Sangre de Guatemala: Raza y nación en Quetzaltenango, 1750-1954. Contando con una pequeña pero poderosa clase social de descendientes de los españoles, los criollos y de mestizos, la riqueza de Quetzaltenango siempre estuvo vinculada a la agricultura, habiéndose iniciado un proceso de acumulación de capital que les permitió ir expandiendo su frontera agrícola, allende los confines de la provincia y/o departamento. Ya para los años de la llamada “Independencia” de Guatemala, Quetzaltenango tuvo iniciativas separatistas, habiendo intentado la formación de un sexto estado en los tiempos de la República Federal de Centro América. Este proceso de expansión hacia la costa sur, incluidos Retalhuleu y Suchitepéquez hasta el Soconusco mexicano, se pudo dar gracias a que la ciudad de Quetzaltenango funcionó como el centro urbano de un hinterland mayor que incluía a San Marcos, Huehuetenango, Totonicapán y Sololá. Este proceso ha sido descrito por el historiador guatemalteco Arturo Taracena Arriola en su libro Invención Criolla, Sueño ladino y pesadilla indígena: Los Altos de Guatemala, de región a Estado, 1780-1871. Continuará.
Como toda ciudad, Quetzaltenango no puede ser comprendida sin conocer su historia. Recientemente esta ciudad altense cumplió cuatrocientos ochenta y cinco años de fundada. Fue en su vida precolombina un asentamiento mam y posteriormente copada por los k’iche’s. Durante los años coloniales, los españoles, utilizando su trazo precolombino, la trataron de convertir en una pequeña Sevilla, como lo dejara plasmado el poeta antigüeño Carlos Wyld Ospina. Por ello su trazo totalmente irregular. A diferencia de las plazas coloniales, a la manera de Santiago de Guatemala. A pesar de los esfuerzos de los españoles y posteriormente de los criollos de mantener un rígido control colonial y militar, los indígenas no se quedaron de brazos cruzados. No se nos olvide que ha sido precisamente un historiador quetzalteco, Severo Martínez Peláez, quien mejor ha interpretado la patria de los criollos y nos ha revelado mejor aún las causas y los efectos de los motines de indios.
No obstante, la población de Quetzaltenango siempre fue mayoritariamente indígena y se distinguió por contar con una clase social de indígenas ricos e influyentes que incluso controlaron durante muchos años la alcaldía indígena de la ciudad, como lo ha escrito Greg Grandin en su libro La Sangre de Guatemala: Raza y nación en Quetzaltenango, 1750-1954. Contando con una pequeña pero poderosa clase social de descendientes de los españoles, los criollos y de mestizos, la riqueza de Quetzaltenango siempre estuvo vinculada a la agricultura, habiéndose iniciado un proceso de acumulación de capital que les permitió ir expandiendo su frontera agrícola, allende los confines de la provincia y/o departamento. Ya para los años de la llamada “Independencia” de Guatemala, Quetzaltenango tuvo iniciativas separatistas, habiendo intentado la formación de un sexto estado en los tiempos de la República Federal de Centro América. Este proceso de expansión hacia la costa sur, incluidos Retalhuleu y Suchitepéquez hasta el Soconusco mexicano, se pudo dar gracias a que la ciudad de Quetzaltenango funcionó como el centro urbano de un hinterland mayor que incluía a San Marcos, Huehuetenango, Totonicapán y Sololá. Este proceso ha sido descrito por el historiador guatemalteco Arturo Taracena Arriola en su libro Invención Criolla, Sueño ladino y pesadilla indígena: Los Altos de Guatemala, de región a Estado, 1780-1871. Continuará.
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